Cristian Martínez Santos
Nuevas generaciones; entre la victimización y la negación.
«Congreso-Seminario de segunda y tercera generación del Centro de Estudio Memoria y Derechos Humanos (CEMDH), se han propuesto por ahora talleres enfocados a ver como los hijos ven a los padres y sus historias, luego será necesario trabajar la relación de estos con las propias historias.»
A través de la participación en algunas reuniones de grupos conformados por víctimas del régimen militar, como en conversaciones individuales con algunas de estas personas, se hace posible ver que la relación con sus hijos se ve afectada profundamente por su pasado de “victimas de la dictadura”. Este fenómeno, se expresaría en muchos jóvenes en deserción estudiantil, suicidios, problemas psicológicos y constantes problemas de socialización, tanto con la familia más cercana (hermanos, padres, madres), como con sus pares.
Es necesario poner la expresión “victimas de la dictadura” entre comillas, porque es donde, a mi parecer, se ve reflejada la raíz de estas problemáticas.
Vivir el día a día en una familia donde los padres (sujetos claves en la formación de los niños/as particularmente en su primera infancia), o familiares más cercanos, cuentan sus historias de vida, con un constante sentimiento de “victimización”, de odio, de frustraciones, puede traspasar dichas emociones al niño/a que se esta criando, lo que podría tener varias reacciones en el niño; replica del odio de sus padres en él, indiferencia ante la vida de sus padres (lo que podría producir en el niño una mala relación con sus padres o un desconocimiento de los mismos), victimizarse al igual que sus padres lo han hecho (cayendo en posibles problemas psicológicos), la frustración constante o negatividad frente a lo vivido, o el desapego hacia la vida propia, en tanto posibles efectos.
Los niños, son el producto de su realidad y entorno, por lo tanto los padres, “victimas de la dictadura”, no pueden negar su responsabilidad en la formación de sus hijos/as, ellos/as requieren mirar críticamente lo realizado con sus hijos. Así sea el escenario de una cárcel, o de un país cuyo lenguaje no se entiende, es siempre responsabilidad de los padres el crecimiento equilibrado de sus hijos (a lo menos hasta la etapa de adolescencia), entonces, es posible inducir que son los padres quienes no hicieron de esa realidad y de su entorno algo distinto, algo digno de vivirse por sus hijos/as.
Con esta temática para tratar en el congreso-seminario, se espera la realización de un análisis crítico desde los padres, en pro de mejorar la relación familiar con sus hijos, y ayudar a estos a comprender los problemas y vulnerabilidades de sus padres.
Con la situación mencionada en el párrafo anterior, buscaremos empezar a reconocer en los hijos la importancia de recuperar la historia de sus padres y amigos, y esto no tan solo en escritos, sino que en las formas en que a los hijos se les ocurra; escribiendo, pintando, analizando, elaborando poesía, obras de teatro, bienvenido sea, porque todo, todo sirve, para curar heridas y cerrar un ciclo.
Luego de terminada la dictadura de Videla en Argentina, lo primero que muchos hicieron, al día siguiente de su caída, fue el inicio de publicaciones masivas de libros de memoria, tanto novelas como ensayos, tanto vivenciales como documentales, un trabajo que han realizado desde entonces. Por esta vía, han logrando tener una mayor continuidad en sus historia personales y de país.
Ya han pasado 18 años del retorno a un sistema democrático, luego de haber vivido 17 años de dictadura. En estos años, los personajes principales de esa época, es decir nuestros padres, abuelos, tíos y familiares, no han recordado, a veces por miedo, otras por tristeza, muchas por pudor, o simplemente por el desgaste personal que produciría volver a revivir los dramas vividos.
Esta tarea ha sido pues legada a nuestras generaciones, somos los hijos y nietos, quienes tendremos que escribir y transmitir la historia que,, hasta ahora ha sido muy poco recuperada.
Parte importante de esta recuperación tiene que ver con trabajar la aceptación y empatía de los hijos con sus padres, como camino de sanación de nuestros propios dramas de hijos/as de “victimas de la dictadura”. Es así como seremos nosotros, los hijos y nietos, los que escribiremos sus vidas. De esta manera, a su vez, nosotros entregaremos herramientas para que las generaciones siguientes no tengan impedimentos en conocer su historia, la historia de su familia y de su país, para no volver a repetir lo ocurrido, para no volver a engendrar nunca más un espécimen como Pinochet.
En primera instancia, para esta temática a tratar en el Congreso-Seminario de segunda y tercera generación del Centro de Estudio Memoria y Derechos Humanos (CEMDH), se han propuesto por ahora talleres enfocados a ver como los hijos ven a los padres y sus historias, luego será necesario trabajar la relación de estos con las propias historias.
Para lo primero se realizaran actividades donde lo hijos y nietos escriben historias que les hayan contado sus padres o escuchado de ellos, permitiéndonos y permitiéndose ver cuales son los énfasis y los tonos que los hijos ponen al contar la historia de sus padres, dando a entender la forma en que esta historia llego a ellos, forma que muchas veces los mayores no se dan cuenta y he ahí una tarea grande ha realizar para la llamada “primera generación”.
Volveremos a realizar nuevamente este taller, al final del congreso-seminario, para ver si es que en el transcurso del mismo se logró cambiar o ayudar para superar la “victimización”.
Es relevante para nosotros asumir que, de una u otra forma, las vidas de la generación de nuestros padres, eran las vidas que ellos decidieron tener, y que lo que los impulsaba a seguir adelante y no rendirse era la consecuencia con de la historia que traían, consecuencia que es importante recordar y valorar, cuestión que es lo contrario a la “victimización”.
El tema que se tratara es un tema difícil de tratar con la gente, ya que supone un posible mea culpa de parte de los padres, primera generación, lo que puede producir un descontento y un rechazo por parte de estos, sin embargo es un camino necesario de recorrer porque si funciona, empezaríamos a encarar dolores desde una perspectiva más humana, menos ideologizada y más cercana a lo que nuestras generaciones requieren.
Debemos recuperar la historia y el respeto que lo vivido merece.
Christian Martínez Santos
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