Cuando yo entré al Partido
-y que quede registrado que en aquellos años
al Partido no entraba cualquiera
ni era llegar y entrar-
me dijeron:
¡La revolución necesita cuadros!
De mi primer punto
en la acera oriente de calle Portugal
entre Avenida Matta y Victoria
con el diario «La Tercera» del día anterior en la mano derecha
llegué a casa corriendo
tomé un cuadro que mi madre tenía en la pared del salón
y se lo llevé al encargado
de mi unidad miliciana
Muchos años han pasado
Casi tantos
como agua bajo los puentes
y si me miro al espejo
lejos de ser un cuadro
sigo siendo
más bien
un círculo
El lunes
sin falta
me pongo a dieta