Date: Tue, 17 Sep 2013 14:07:20 +1000
La comunidad chilena rechaza la intervencion en el parlamento hecha por un Parlamentario Liberal.
Date: Tue, 17 Sep 2013 14:07:20 +1000
El 11 de septiembre de 2013, fecha emblemática y triste para Chile y todo el mundo, a 40 años del Golpe Militar, y 12 del atentado a las Torres Gemelas en Nueva York, es además una fecha dolorosa para Suecia, dado que se cumplen 10 años de la muerte de nuestra ex Ministra de Relaciones Exteriores, Anna Lindh.
El día 10 de septiembre de 2003, la ministra sufrió un atentado en el centro de Estocolmo, cuando se encontraba de compras con una amiga, sin escoltas y, obviamente, desarmada. Un hombre desconocido se acercó con un cuchillo y la hirió de gravedad. A pesar de los esfuerzos de los médicos, falleció en la madrugada del 11 de septiembre.
Para el pueblo sueco, el shock fue inmenso. También en muchos lugares del mundo, donde la destacada trayectoria de Anna había dejado profundas huellas. Es insólito que Suecia, un país civilizado y con bajos índices de violencia, haya experimentado dos asesinatos políticos en décadas recientes. El primero, el 28 de febrero de 1986, cuando el primer ministro Olof Palme fue asesinado en plena calle, también sin escoltas. Nunca se logró detener al asesino ni entender las razones de su asesinato. En el caso de Anna Lindh, el asesino fue detenido días más tarde y está actualmente en prisión. Resultó ser un hombre con odio hacia los políticos en general, pero no en particular contra ella.
Quiero decir que el asesinato de Anna Lindh también fue para mí un dolor personal. Nos conocimos en la política, cuando fui parlamentaria y, durante los últimos cuatro años, cuando me tocó ejercer como Vicepresidenta del Parlamento. Luego fue ella quien me ofreció el cargo de Embajadora de Suecia en Nicaragua en el año 2003. Fue un gesto generoso, tomando en cuenta que no pertenecíamos al mismo partido.
Ambos hechos afectaron y transformaron a la sociedad sueca. La transparencia política y la sociedad abierta, en la que los políticos se mueven y viven como los demás ciudadanos, constituyen características importantes de nuestro modo de vida. En ese sentido, ambos crímenes fueron un ataque, un asesinato al modelo abierto de Suecia. Y nos mostró que no somos tan diferentes a otros países.
El trauma que dejó la muerte de Palme en 1986 se intensificó con el asesinato de Anna Lindh y se quedó para siempre. La misma violencia incomprensible que vemos en otros países, había llegado a Suecia, y nos convirtió en un país como cualquier otro. Ése fue el significado de la muerte de Anna Lindh.
Ylva Anna Maria Lindh: la opción por el compromiso
La ministra sueca nació el 19 de junio de 1957, en Estocolmo y desde muy joven se involucró en política, ingresando a la Juventud del Partido Socialdemócrata en 1969. Tempranamente se hizo conocida por su compromiso con los DD.HH., compromiso respecto del cual ella misma declaró haber sido muy marcada por el golpe militar en Chile en 1973.
Se formó como jurista, fue elegida al Parlamento en 1991 y designada ministra del Medio Ambiente en 1994, en el gobierno socialdemócrata del Primer Ministro Göran Persson. En 1998, el reelecto Primer Ministro Persson la nombró ministra de Relaciones Exteriores cargo en el que, a pesar de los cuestionamientos en círculos políticos y la Cancillería, rápidamente demostró no sólo sus conocimientos sino también su compromiso y personalidad –mezcla de seriedad, preparación, alegría y respeto por sus colaboradores, por los grandes políticos y por sus adversarios– ganándose la confianza de todos.
No es secreto que se le consideraba la sucesora de Persson, tanto en su condición de Primer Ministro como de Presidente del Partido Socialdemócrata. Para él, la muerte de Anna fue no sólo una pérdida personal dolorosa, sino también truncó los planes de confiar a ella el destino del partido. Ella representaba una política y un partido joven, que prometía renovación.
Entre las múltiples enseñanzas que nos dejó, una de las más notables fue su visión respecto de la política exterior. A su juicio, ésta debía tener total coherencia con la política interior, y ambas debían responder a los mismos principios. “Suecia en el mundo y el mundo en Suecia” decía, según su subsecretario y colaborador cercano, actual Secretario Adjunto de la ONU, Jan Eliasson. Fiel a ese principio, Anna Lindh dio prioridad al compromiso de Suecia en la Organización de Naciones Unidas, ONU, y defendió fuertemente los principios de la solidaridad global. Cuando se discutió la posible invasión a Irak, su respuesta fue categórica: había que tener un mandato de la ONU para realizarlo. Respecto de las guerras en la ex-Yugoeslavia, consideró inevitable aceptar el bombardeo de la OTAN contra Serbia, en orden a detener el genocidio contra el pueblo de Bosnia y Kosovo.
Durante su tiempo en la Unión Europea otorgó mucha importancia a este organismo, apoyando su extensión: de los 15 estados miembros existentes cuando Suecia ingresó en 1995, el número aumentó a 27 estados el año 2007. Hasta los últimos días de vida defendió la UE y abogó por el ingreso de Suecia en la Unión Monetaria de la UE. Para ella, la responsabilidad como estado miembro significaba un compromiso de verdad, a pesar de las eventuales desventajas que podía significar para su país. Tuvo un rol muy activo en la política exterior de la UE y centró sus preocupaciones en temas de DD.HH., como la situación de los kurdos en Turquía, o la situación en Macedonia, donde, junto con los líderes de la UE, logró evitar una guerra civil.
Consciente de que la política exterior se crea tanto fuera como dentro de una nación, se involucró en combatir el surgimiento de movimientos discriminatorios hacia los musulmanes en Suecia y en el mundo, después del atentado contra EE.UU. de América el 11 de septiembre de 2001. Publicó el libro “Jalla”, sobre la importancia del diálogo entre el mundo occidental y musulmán, que se distribuyó en todos colegios de Suecia y ella misma realizó numerosas charlas sobre la tolerancia.
Finalmente, quiero decir que el asesinato de Anna Lindh también fue para mí un dolor personal. Nos conocimos en la política, cuando fui parlamentaria y, durante los últimos cuatro años, cuando me tocó ejercer como Vicepresidenta del Parlamento. Luego fue ella quien me ofreció el cargo de Embajadora de Suecia en Nicaragua en el año 2003. Fue un gesto generoso, tomando en cuenta que no pertenecíamos al mismo partido.
Hoy, junto al pueblo sueco y a los demócratas del mundo, ¡cómo la echamos de menos!
En Chile, una mano anónima escribió sobre su muerte: “Ojalá que tu lucha inspire a muchos a seguir luchando. No te olvidaré nunca.”
13 DE SEPTIEMBRE DE 2013
Sesión celebrada en octubre de 1974
La reunión entre el presidente de la Corte Suprema, Enrique Urrutia Manzano y otros ministros, con miembros de la Junta de Gobierno, liderados por Augusto Pinochet, tenía como eje principal la petición de los jueces para que mejoraran sus pensiones. En medio de las negociaciones, los magistrados manifestaban abiertas muestras de apoyo y lealtad hacia “nuestra Junta de Gobierno”. Recalcando el trabajo codo a codo y la necesidad de solucionar problemas “amistosamente, para que las cosas no trasciendan afuera”.
A las 16:00 horas del 30 de octubre de 1974, el entonces presidente de la Corte Suprema, Enrique Urrutia Manzano,junto a otros tres magistrados, se reunía secretamente con integrantes de la Junta de Gobierno liderada por Augusto Pinochet.
Casi 40 años después, fragmentos de lo discutido en dicha cita, recogida en el acta secreta 165ª, dan cuenta de la cercanía y connivencia que se gestó entre el Poder Judicial y el Gobierno Militar, en medio de la petición de mayores asignaciones y jubilaciones por parte de los jueces.
Junto a Urrutia Manzano, asistieron a la reunión sus sucesores a la cabeza de la Corte Suprema, José María Eyzaguirre e Israel Bórquez, además de Juan Pomés. Este último, junto a Bórquez y Urrutia Manzano, se habían reunido secretamente el mismo día del Golpe Militar, que apoyaron abiertamente, según consta en El Libro Negro de la Justicia Chilena, de Alejandra Matus.
Famosa se hizo la frase de Israel Bórquez: “Los desaparecidos me tienen curco”. Mientras que el discurso de apertura del año judicial de 1975 de Urrutia Manzano, quien tras el Golpe se adelantó a investir al general Pinochet con la banda presidencial, en una clara muestra de respaldo a la dictadura negó tajantemente la existencia de detenidos desaparecidos o de de torturas y “otras atrocidades”.
En tanto, el ministro Eyzaguirre había aceptado gustosamente sumarse a una gira gubernamental por Europa en 1974, junto al presidente del Colegio de Abogados, Alejandro Silva Bascuñán y el abogado Julio Durán, cuyo fin era explicar las razones y fundamentos del Golpe.
El tema principal del encuentro secreto esa tarde de octubre a la que asistieron estos magistrados, se refería a la situación previsional del Poder Judicial. Específicamente la necesidad, según señalaban los magistrados presentes, de impulsar un proyecto pendiente que favorecía los montepíos de las viudas de Ministros y las jubilaciones de los mismos con motivo del 35% de asignación profesional.
Al respecto, Eyzaguirre señalaba que la Corte Suprema estaba consciente de “la situación extremadamente grave desde el punto de vista financiero en que se encuentra el país. Estamos conscientes de que los señores miembros de la Junta de Gobierno han recibido una herencia fatal y desesperada. No nos atreveríamos a venir a plantear a la Honorable Junta de Gobierno una situación que significara un mayor gasto público, porque consideraríamos una falta de patriotismo de nuestro actuar pedir una cosa así (…)”.
Urrutia Manzano agregaba que “ustedes tienen un testigo presencial a quien pueden interrogar acerca de esto: el Auditor General de Guerra, que una vez a la semana está precisamente en la primera sala, en la Sala mía, trabajando con nosotros. Él ha visto cuántas veces la Corte Suprema ha sorteado riesgos para evitar que se deslice un comentario en el exterior (del país) que pudiera perjudicar a nuestra Junta de Gobierno, pues eso la Corte Suprema no lo acepta, y hemos buscado con él la manera armoniosa de salir del tranco para que no salga a la publicidad algún error que ha podido cometer algún fiscal”.
Lo que era secundado por Urrutia Manzano, que exponía ante los militares que “como les expresó el ministro Eyzaguirre, nosotros comprendemos la situación en que está la Junta y la situación del país. Hemos prestado el mayor apoyo posible que hemos podido a la Junta, porque estamos convencidos de eso y lo hemos hecho sinceramente, sin esperar nada. Pero hoy día nos encontramos en una situación francamente insostenible (…) ahí está el Ministro señor Ortiz, que está pidiendo permiso tras permiso, y entonces, tengo ahí un hueco y tan es así, que ni hemos querido nombrar suplente”.
Pero es una intervención del ministro Eyzaguirre la que grafica especialmente la extrema cercanía y colaboración entre ambos poderes, y da cuenta de los esfuerzos de los jueces por trabajar favoreciendo a los militares, evitándoles problemas en el exterior y con la prensa.
“El Poder Judicial ha sido maltratado desde hace muchísimo tiempo por una razón muy sencilla: porque siempre fue tremendamente legalista; porque impuso el cumplimiento de la Constitución y de las leyes valientemente contra cualquier tipo de Gobierno. Y al actual Gobierno la Corte Suprema le tiene especial estimación”.
El magistrado agregaba que “ustedes tienen un testigo presencial a quien pueden interrogar acerca de esto: el Auditor General de Guerra, que una vez a la semana está precisamente en la primera sala, en la Sala mía, trabajando con nosotros. Él ha visto cuántas veces la Corte Suprema ha sorteado riesgos para evitar que se deslice un comentario en el exterior (del país) que pudiera perjudicar a nuestra Junta de Gobierno, pues eso la Corte Suprema no lo acepta, y hemos buscado con él la manera armoniosa de salir del tranco para que no salga a la publicidad algún error que ha podido cometer algún fiscal, por ejemplo, alguna petición que no debió haberse hecho, y lo solucionamos siempre así, amistosamente, para que las cosas no trasciendan afuera, porque para nosotros es fundamental eso: la colaboración que nosotros podamos prestarle a la Junta de Gobierno honesta y sinceramente”.
Por su parte, Urrutia Manzano recalcaba que “eso le está probando a usted que si hemos venido aquí es porque estamos en situación desesperada”.
Los arrumacos también venían del otro lado. Pinochet en persona le respondía al magistrado, que “el mismo cariño que usted me expresaba en días pasados es el que tenemos nosotros por ustedes”.
Entre septiembre de 1973 y diciembre de 1983 los tribunales chilenos acogieron apenas 10 de los 5.400 recursos de amparo presentados a favor de personas detenidas ilegalmente por orden de las autoridades del Gobierno Militar.
Según un Informe sobre la situación de los Derechos Humanos en Chile de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, el elevado número de recursos rechazados obedecía principalmente a la lógica adoptada por las Cortes chilenas en estos casos, que tenía dos pilares: daba plena fe a los informes ministeriales de que no se había detenido al amparado, dejando absolutamente de lado las pruebas o testimonios que avalaran la denuncia. O, en caso de que las autoridades admitieran la detención, los jueces hacían vista gorda porque había sido un arresto realizado legalmente.
La situación de los recursos de amparo fue tratada tangencialmente en el secreto encuentro de fines de 1974 entre magistrados y militares.
Al finalizar el extenso diálogo sobre las pensiones, Urrutia Manzano desliza el tema:
“Tomándome la libertad, solo deseo agregar algo completamente al margen de esto. Tenemos problemas: los famosos informes de los Ministerios en los recursos de amparo. Tengo 300 informes pendientes. A petición de la Corte Suprema, envié al respecto un oficio al Ministerio de Defensa y al Ministerio del Interior. Llegaron 50 informes, pero quedan 250, y ahora han llegado otros 50 amparos. Comprendo la situación, pero le pido, señor Presidente, si se podría acelerar esto, porque después vienen los reclamos”.
La respuesta de Pinochet fue escueta: “Hay problemas por gente que se traslada afuera. Además, por ejemplo, ayer una señora estaba buscando a una persona, pero había entregado otro nombre. Me voy a preocupar de este asunto”.
El premiado fotógrafo norteamericano David Burnett intenta reconstruir su historia 40 años después de haber fotografiado el dolor de los días posteriores al Golpe de Estado de 1973. Icónicas imágenes fueron tomadas en el Estadio Nacional, el funeral de Pablo Neruda y otros rincones de Santiago luego del 11 de septiembre. El Museo de la Memoria y Burnett buscan a los protagonistas anónimos de estas imágenes para un merecido reencuentro.
Foto: David Burnett
(CNN) — Forty years have passed since the military coup in Chile that ushered in a 17-year dictatorship, and a divide remains between those who want to investigate the past and those who want to focus on the future.
September 11 is a day that has cast a shadow in Chile since 1973, when the military attacked the presidential palace and put an end to the presidency of socialist leader Salvador Allende.
Chilean court confirms Allende suicide
Competing memorials held this week by the government and opposition leaders are a reminder of the lack of unity over how to commemorate the past.
There is agreement that the abuses committed under Gen. Augusto Pinochet’s military dictatorship — nearly 2,300 people disappeared and 40,000 were tortured — should be remembered so that history will not repeat itself.
Family of slain Chilean singer Victor Jara seeks justice in U.S.
But in an election year, there is a political divide over what it means to remember.
President Sebastian Pinera, the first leader from the right since the end of Pinochet’s rule, wants to focus on the future.
“The past has already been written,” he said at the government’s official memorial. “We can recall it, we can study it, we can debate it, but we cannot change it. Because of that, we should not remain prisoners or hostages of that past.”
Three out of five Chileans were not born when the coup happened, and the strong feelings of blame that some hold on to should not be passed on to the younger generation, he said.
“We should also ask, ‘Why do we want to remember?’ To relive the same divisions, violence and hate that caused us so much pain in the past, or to the contrary, to light the path to the future?” Pinera said.
Opposition leaders refused the president’s invitation to the event and instead held their own observance at nearly the same time.
Among the speakers was Michelle Bachelet, a former president who is running for the highest office once again.
“There is still today a large division between those who justify the dictatorship and those of us who trust in democracy,” she said.
Rather than move on, more investigations are needed to clarify the responsibilities for the abuses under the dictatorship, she said.
Reconciliation is not possible, Bachelet said, without an accounting of truth and justice.
“Truth, because we need to know what the victims experienced and what happened to them. And justice, because where justice is denied, impunity fills the void, deepening the divisions,” she said.
The divide was apparent this week.
“Chile should not remain in the past” and “should advance toward the future with a solid democracy,” government spokeswoman Cecilia Perez told reporters.
Former President Ricardo Lagos, who also belongs to the center-left coalition that led Chile after the dictatorship, said it was a shame that the current government was unable to host an event that all parties would be willing to attend.
Judges weigh in
Outside of the politics, other government bodies sought to publicly make amends.
The country’s Supreme Court last week offered a mea culpa, saying the judicial system should have done more to protect people’s rights in the aftermath of the coup.
The high court accepted that it fell short of its responsibilities by not pushing back on the coup government’s campaign to arrest and punish opponents.
“I’m proud because the Supreme Court has offered a guarantee that this will not happen again — that’s the significance of this statement,” Maria Francisca Zapata, vice president of Chile’s Association of Judges, told CNN Chile.
The court assumed a historic responsibility with its statement, former Justice Minister Luis Bates told CNN Chile.
That said, the court was limited in what it could have done under a dictatorship.
“The institutions of the state that have to aid the judges in the investigations of their cases are severely weakened under a dictatorship,” Bates said.
Chilean judge indicts former U.S. military official in 1973 killings
Public opinion continues to shift
As time passes, the views of who was responsible for the coup continue to evolve.
A poll by the Chilean Center for Studies of Contemporary Reality found that 41% of respondents blame Pinochet for the coup, an increase of 17 points in 2003. Nine percent of those polled blamed Allende, the socialist president.
A small number of Chileans allege that Allende was creating a doomed Marxist system and that there was no option but to overthrow him.
Some 16% of those polled said the military did the right thing. In a similar poll 10 years ago, a full 36% said the military was in the right.
As the views on the cause of the 1973 coup shift, so do the views of Pinochet. His image gets worse as the years go by, according to the poll.
According to the pollster, 1,200 Chileans were surveyed, and the study has a margin of error of 3%.
CNN Chile contributed to this report.
Traducción Automática
(CNN) – Cuarenta años han pasado desde el golpe militar en Chile que marcó el comienzo de una dictadura de 17 años, y la brecha se mantiene entre los que quieren investigar el pasado y los que quieren centrarse en el futuro.
11 de septiembre es un día que ha arrojado una sombra en Chile desde 1973, cuando los militares atacaron el palacio presidencial y puso fin a la presidencia del líder socialista Salvador Allende.
Justicia chilena confirma el suicidio de Allende
Monumentos que compiten cabo esta semana por el gobierno y los líderes de la oposición son un recordatorio de la falta de unidad sobre la forma de conmemorar el pasado.
Hay acuerdo en que los abusos cometidos durante la dictadura militar del general Augusto Pinochet – casi 2.300 personas desaparecieron y 40.000 fueron torturadas – hay que recordar para que la historia no se repita.
Familia de la asesinada cantante chileno Victor Jara busca la justicia en EE.UU.
Pero en un año electoral, hay una división política sobre lo que significa para recordar.
El presidente Sebastián Piñera, el primer líder de la derecha desde el fin del régimen de Pinochet, quiere centrarse en el futuro.
“El pasado ya está escrito”, dijo en el funeral oficial del gobierno.“Podemos recordarlo, podemos estudiarla, podemos debatir, pero no podemos cambiarlo. Debido a eso, no debemos seguir siendo prisioneros o rehenes de ese pasado.”
Tres de cada cinco chilenos no habían nacido cuando ocurrió el golpe, y los fuertes sentimientos de culpa que algunos se aferran para no deberá ser transmitida a las generaciones más jóvenes, dijo.
“También debemos preguntar,” ¿Por qué queremos recordar? Para revivir las mismas divisiones, violencia y odio que nos hizo tanto dolor en el pasado, o por el contrario, a la luz del camino para el futuro? ” Dijo Piñera.
Líderes de la oposición rechazaron la invitación del presidente del evento y en su lugar tuvieron su propia celebración en casi el mismo tiempo.
Entre los oradores fue Michelle Bachelet, ex presidente que se está ejecutando para el cargo más alto de nuevo.
“Todavía hay hoy una gran división entre los que justifican la dictadura y los que la confianza en la democracia”, dijo.
En lugar de seguir adelante, se necesitan más investigaciones para aclarar las responsabilidades de los abusos de la dictadura, dijo.
La reconciliación no es posible, dijo Bachelet, sin una rendición de cuentas de la verdad y la justicia.
“La verdad, porque tenemos que saber lo que las víctimas sufrieron y lo que pasó con ellos. Y la justicia, porque cuando se niega la justicia, la impunidad llena el vacío, la profundización de las divisiones”, dijo.
La división fue evidente esta semana.
“Chile no debe permanecer en el pasado” y “debe avanzar hacia el futuro con una democracia sólida,” dijo la portavoz del gobierno Cecilia Pérez a periodistas.
El ex presidente Ricardo Lagos, quien también pertenece a la coalición de centroizquierda que condujo Chile después de la dictadura, dijo que era una lástima que el actual gobierno no fue capaz de organizar un evento que todas las partes estarían dispuestos a asistir.
Jueces pesan
Fuera de la política, otros organismos gubernamentales trataron de hacer públicas las paces.
Corte Suprema del país la semana pasada ofreció un mea culpa, diciendo que el sistema judicial debería haber hecho más para proteger los derechos de las personas a raíz del golpe de Estado.
El alto tribunal aceptó que se quedó corta de sus responsabilidades por no presionar de nuevo en la campaña del gobierno golpista para arrestar y castigar a los opositores.
“Estoy orgulloso de que el Tribunal Supremo ha dado la garantía de que esto no vuelva a suceder – que es el significado de esta declaración,” María Francisca Zapata, vicepresidente de la Asociación de Jueces de Chile, dijo a CNN Chile.
El tribunal asumió una responsabilidad histórica con su declaración, el ex ministro de Justicia, Luis Bates dijo a CNN Chile.
Dicho esto, el tribunal se limitó a lo que podría haber hecho en una dictadura.
“Las instituciones del Estado que tienen que ayudar a los jueces en las investigaciones de los casos se ven gravemente debilitados bajo una dictadura”, dijo Bates.
Juez chileno acusa a ex funcionario militar de EE.UU. en 1973 asesinatos
La opinión pública sigue cambiando
A medida que pasa el tiempo, los puntos de vista de quién fue el responsable del golpe continúan evolucionando.
Una encuesta realizada por el Centro Chileno de Estudios de la Realidad Contemporánea encontró que el 41% de los encuestados culpa a Pinochet por el golpe de Estado, un aumento de 17 puntos en 2003. Nueve por ciento de los encuestados culpó Allende, el presidente socialista.
Un pequeño número de los chilenos alegan que Allende estaba creando un sistema marxista condenada y que no había otra opción que derrocarlo.
Alrededor del 16% de los encuestados dijo que el ejército hizo lo correcto. En una encuesta similar realizada hace 10 años, un total de 36% dijo que el ejército estaba en la derecha.
Como los puntos de vista sobre la causa del cambio de golpe de Estado 1973, también lo hacen las opiniones de Pinochet. Su imagen empeora a medida que pasan los años, según la encuesta.
Según el encuestador, 1.200 chilenos fueron encuestados, y el estudio tiene un margen de error del 3%.
CNN Chile contribuyó a este reportaje.
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Por detrás de mi voz – escucha, escucha – Otra voz canta. Viene de atrás, de lejos; Viene de sepultadas Bocas, y canta. No son sólo memoria, Son vida abierta, Continua y ancha; Son camino que empieza. (Daniel Viglietti, Otra voz canta)
Los dilemas éticos, también conocidos como dilemas morales, han sido una dificultad para teóricos de la ética desde los tiempos de Platón. Un dilema ético es una situación en donde los preceptos morales o las obligaciones éticas entran en conflicto de forma que cualquier solución posible al dilema es moralmente intolerable. En otras palabras, un dilema ético es cualquier situación en donde los principios morales que te guían no pueden determinar qué curso de acción es el correcto o incorrecto. La memoria como hemos expresado anteriormente no es tan sólo el acto de recordar lo bueno y lo malo, sino que trasciende a esa dicotomía, incluso cayendo en el abuso de la misma. En el transcurso del siglo XX, los régimens totalitarios revelaron la existencia de un peligro hasta entonces insospechado: la manipulación completa de la memoria. No es que en el pasado se haya ignorado la destrucción sistemática de documentos y monumentos, lo que es una manera brutal de orientar la memoria de una sociedad. Se sabe, como un ejemplo lejano en tiempo y espacio, que el emperador azteca Itzcoatl, a mediados del 1440, ordenó que desaparecieran las estelas y los libros para poder recomponer la tradición a su manera; los conquistadores españoles, un siglo más tarde, se propusieron a su vez borrar y quemar los rastros que daban testimonio de la antigua grandeza de los vencidos. Pero, al no ser totalitarios, esos regímenes atacaron sólo los depósitos oficiales de la memoria, dejando que sobrevivieran muchas otras formas, por ejemplo los relatos orales o la poesía. Habiendo comprendido que la conquista de las tierras y de los hombres pasa por la de la información y la comunicación, las tiranías del siglo XX sistematizaron su manipulación e intentaron controlarla hasta en sus ángulos más recónditos. Desde entonces, comprendemos por qué la memoria se ha visto revestida de tal prestigio a los ojos de los enemigos del totalitarismo, y no sólo a los de ellos porque otras tiranías actuales también han intentado combatir la memoria. Sin embargo, si generalizamos, el elogio incondicional de la memoria y el menosprecio ritual del olvido se vuelven, a su vez, problemáticos. La carga emotiva de todo lo que se refiere a un pasado doloroso es inmensa. Hace pocos días, se han cumplido 40 años del golpe militar que significó el inicio de una larga dictadura opresiva, cruel y violenta. Y digo golpe militar y dictadura, como dos elementos de una misma acción, pues los debates que se han instalado al menos a nivel político son justificar la asonada militar, es decir, el bombardeo al Palacio de la Moneda pero no lo que comienza a suceder el día después y que se prolongó hasta marzo de 1990. Esa forma de mirar la memoria, la historia y seguramente los procesos, debe tener estrecha relación tensionante entre los “cómplices pasivos y activos”, entre los “autocomplacientes y los autoflaglantes”. Si no fuese así, no se explica, los meas culpas de diversos sectores políticos, entrevistas televisivas, radiales y similares, testimonios dando cuenta de esos procesos, significantes y resignificaciones, llegando al perdón de algunos cómplices pasivos… Pero que es el perdón?, dependiendo de las culturas y religiones esta palabra cargada de valores y contradicciones tiene amplios significados, para estos efectos entenderemos al perdón como una acción individual dirigida hacia el ofendido, para que este no sienta resentimiento, por lo tanto renunciando a una potencial venganza u reclamación de castigo. Pero el perdón no debe confundirse nunca con el olvido de la ofensa recibida. Perdones, más allá si son correctos, decisiones individuales, aisladas sólo mirando al pasado y no al futuro, Juan Emilio Cheyre Espinosa renuncio a su cargo en Servel, el ex presidente Ricardo Lagos Escobar y otros lo respaldan, “era un joven teniente de 25 años”, opinaron… y el “Nunca Más” promovido en aquel gobierno, en que situación queda y/o quedará… seguramente nadie lo sabe ni sabrá. Hace unos días atrás, como una nueva afrenta, alguna prensa de alta moral, entrevisto al ex general Manuel Contreras Sepúlveda, manifestó “que duerme tranquilo”, y que los “detenidos desaparecidos están todos en el Cementerio General”… en ese mismo tenor su secretaria en los tiempos de la DINA, Adriana Rivas, indicó que las torturas “eran necesarias para quebrantar a la gente”. Sobre los dichos anteriores podemos citar a la filósofa Hannah Arendt y su expresión “banalidad del mal”, que expresa que algunos individuos actúan dentro de las reglas del sistema al que pertenecen sin reflexionar sobre sus actos. No se preocupan por las consecuencias de sus actos, sólo por el cumplimiento de las órdenes. La tortura, la ejecución, la desaparición no son consideradas a partir de sus efectos o de su resultado final, con tal que las órdenes para ejecutarlos provengan de estamentos superiores. Este aniversario seguramente será recordado por las disimiles actividades, actos, ensayos, seminarios, discusiones de forma, con algunas frases hechas del bronce en año electoral, y con los decenas de perdones y auto perdones, pero humildemente este nuevo aniversario debió haber traído un aumento de Verdad y mejoramiento en la Justicia, y no cabe duda una enorme y utópica marcha desde la muerte a la vida. Esta fecha, implica un recuerdo gris, como ese día, con olor a humo y ruido de aviones bombardeando un sueño, un quiebre importante en las vidas por la violencia de ese día y los 17 años de dictadura que le siguieron. Para otros, los menos seguramente, es una fecha que evoca el Himno Nacional, imágenes de banderas saludando a los militares y brindis de champaña a la salud de la liberación de la patria del “cáncer marxista”. Esas imágenes resumen ese “11”, cabe expresar que son diversos y cambiantes los significados y sentidos levantados a ese día, porque la memoria no es una facultad dicotómica ni bipolar: es una construcción que se realiza en tiempo presente, que no se puede explicar en la metáfora del blanco y negro. Como dice Jelin, “la memoria es un territorio en disputa”, que implica luchas, batallas, tensiones, porque en la construcción y significación de ese pasado se está jugando la edificación del presente y del futuro. Las conmemoraciones fundan un buen instante para recordar, y recordar implica volver a pasar por nuestra mente imágenes, colores, olores, sensaciones, ideas y afectos que nos remiten a lo ya vivido. Sobre la imagen del Palacio de La Moneda ardiendo en llamas, comienzan a aparecer otros relatos, memorias que antes no encontraban una escucha social, por ejemplo, las resistencias individuales u colectivas en algunas fábricas de los cordones industriales o zonas del país. Septiembre, es una estación para recordar y homenajear a quienes ya no están, cuyos proyectos y sueños continúan teniendo sentido hoy; para reflexionar sobre los límites y alcances de la condición humana; para discutir y decidir qué tipo de país queremos tener; que nos interroga respecto de las prácticas democráticas; que nos permite transmitir la experiencia a las nuevas generaciones, esas mismas que han y siguen marchando por una Educación Gratuita y de Calidad. El aniversario de los 40 años del Golpe y posterior Dictadura Militar, nos puede ayudar a situar el pasado en el debate público, abramos los espacios para que circule la palabra sobre la experiencia vivida y transmitida, y se incorporen preguntas que hoy están haciendo eco, sobre todo para que el “Nunca Más” no se realice mirando al futuro, por el contrario, se centre en las formas en que, día tras día, vamos tejiendo y reconstruyendo nuestras vidas sociales. Con la distancia del tiempo, 40 años, se hace urgente y necesaria una verdadera política de memoria y derechos humanos, que el Estado asuma lo que deba asumir éticamente. Una política real y verdadera no puede reducirse sólo al reconocimiento y reparación de las víctimas sino que pactará, igualmente, rescatar las memorias de las personas antes de ser víctimas. Una política que honre el nombre de las víctimas y que enseñe que la pretensión de la memoria no es cuestión de izquierdas o derechas, sino de todo un país. Andrés Vera Quiroz
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